Nicaragua vivirá su tercera Semana Santa con las procesiones bajo “iglesia por cárcel”.
Dictadura prohibió desde 2023 las celebraciones católicas, mientras mantiene la vigilancia y el espionaje policial dentro y fuera de las iglesias.
Aurelio es coordinador parroquial y trabaja de cerca con el sacerdote de su iglesia en la organización de los Viacrucis. Para Marcos, quien también trabaja en su parroquia, la Semana Santa siempre ha sido un tiempo de “reflexión”. Mientras que, Janeth, procura ir a las procesiones con su familia, aunque lamenta que ahora se realicen “encerradas” en el templo.
Son testimonios de tres feligreses católicos que, por tercer año consecutivo, vivirán con restricciones las celebraciones de Semana Santa: no habrá procesiones en las calles.
Con el inicio de la Cuaresma, el 7 de marzo de 2025, varias iglesias católicas organizaron lo que llamaron “primer Viacrucis interno”, una tradición que para los católicos marca el comienzo de este periodo de 40 días de preparación espiritual previo a la Semana Mayor.
Desde esa fecha, cada viernes, los coordinadores de las iglesias han estado invitando a sus feligreses a participar en los Viacrucis parroquiales.
Desde 2023, la dictadura de Nicaragua —que mantiene un ataque frontal contra la Iglesia católica— prohibió las procesiones en las calles. A la fecha, las actividades religiosas siguen limitadas y solo se realizan en adentro, en los jardines o patios de los templos.
“Antes salíamos a las calles y hacíamos un recorrido por las comunidades, ahora ya no. Tenemos que hacerlo dentro del templo, y eso merma un poco la religiosidad popular, porque a la gente le gustaba la procesión. Ahora, solo rezamos y leemos las estaciones (distintos episodios de la pasión de Cristo) dentro del templo”, detalla Marcos, de 31 años, quien colabora con las lecturas bíblicas del Viacrucis en su iglesia en uno de los barrios orientales de Managua.
Policía mantiene vigilancia en las parroquias.
Aurelio, de 35 años, es coordinador parroquial y tiene la responsabilidad de planificar, ejecutar y evaluar las actividades en su parroquia en la capital. Afirma que los feligreses están expuestos todo el tiempo a la vigilancia policial y de personas de civil que rondan la iglesia.
“Ya conocemos quiénes son los que llegan de civil, recientemente hubo una kermés y ahí los vimos. Toman fotos, ven quiénes están y qué se está haciendo. El sacerdote debe brindar información para que no se asombren de que ven gente entrando y saliendo del templo, pero se mantienen los sábados y los domingos”, dijo Aurelio.
En los últimos tres años —agrega el feligrés— han tratado de mantener “intacta” su fe y adaptarse a las circunstancias.
“Ahora debemos acomodarnos al interior de una parroquia y no es nada cómodo hacer un Viacrucis dentro del templo”, destaca Aurelio.
Este devoto católico señala que la medida afecta más a aquellos fieles que, por enfermedad o edad avanzada, no pueden llegar a la iglesia y esperaban que el Viacrucis pasara por sus casas.
Semana Santa con 14 000 policías en las calles.
La Policía Nacional, principal brazo represor y de espionaje de la dictadura, desplegará unos 14 000 agentes durante Semana Santa, por lo que estos feligreses no descartan que sigan con sus labores de vigilancia en las iglesias.
A diferencia de años anteriores, Marcos percibe una menor vigilancia policial alrededor de su iglesia, aunque no descarta que, durante la Semana Mayor la policía envíe a sus agentes.
“Cuando comenzamos a hacerlos (los Viacrucis) dentro del templo —subraya Marcos—, había presencia policial en los alrededores, con patrullas instaladas, pero este año no he visto nada. Creo que se debe a que ya saben que el Viacrucis se realiza dentro del templo, pues semanalmente se les pasa el informe de las actividades”.
Según el informe de la investigadora Martha Patricia Molina, titulado Nicaragua: ¿Una iglesia perseguida?, durante 2024 el régimen prohibió al menos 4800 actividades religiosas en el país. Entre estas actividades se encuentran importantes tradiciones religiosas como las procesiones de Cuaresma y Semana Santa, que forman parte integral de la cultura y devoción del pueblo nicaragüense.
Janeth es una ama de casa de 44 años, originaria del municipio de La Concepción, Masaya, que le gusta participar de las actividades religiosas de Semana Santa, pero a veces piensa que no quiere asistir más por temor a que la “fichen”.
“Para mí, asistir a las procesiones es una forma de expresar mi fe y es lo que trato de enseñar a mi hija menor. No entiendo por qué el Gobierno nos sigue persiguiendo. Me parece injusto”, se queja Janeth.
Nicaragua se ubica entre los 78 países en el mundo donde los cristianos no están a salvo de persecución, según la Lista Mundial de la Persecución 2025 que elabora Open Doors, organización no gubernamental con sede en los Países Bajos.
En julio de 2024, el Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua de la ONU (GHREN), denunció en uno de sus informes que la dictadura mantiene ataques “sistemáticos” contra la Iglesia católica y otras denominaciones cristianas.
Mientras que, la Comisión de los Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (Uscirf, por sus siglas en inglés), en su informe 2025 recomendó al Gobierno de Estados Unidos fichar a Nicaragua como un “país de especial preocupación”.
En 2024, las condiciones de libertad religiosa en Nicaragua “seguían siendo pésimas” y la dictadura —agrega Uscirf— continuó su ofensiva contra la libertad de religión mediante la detención arbitraria, el encarcelamiento y el exilio de líderes religiosos y fieles, la cancelación de la personalidad jurídica de las organizaciones religiosas y el acoso e intimidación de los fieles.
*Fuente: Confidencial. Abril 2025.