"...la política de identidad ha reemplazado los marcos religiosos tradicionales, generando divisiones sociales y confusión moral".
Joshua Mitchell, profesor de teoría política en la Universidad de Georgetown, identifica tres problemas sociales principales en su libro American Awakening: Identity Politics and Other Afflictions of Our Time (Despertar americano: Política de identidad y otras aflicciones de nuestro tiempo ), publicado en 2020. Estos problemas —política de identidad, bipolaridad social y la propagación de las adicciones— obstaculizan la prosperidad de Estados Unidos y gran parte del mundo desarrollado. Mitchell explora cómo la política de identidad ha reemplazado los marcos religiosos tradicionales, generando divisiones sociales y confusión moral. Mientras tanto, la bipolaridad social y las adicciones contribuyen a una sensación de alienación y falta de rumbo.
El 'hombre selfie' en busca del placer instantáneo
Mitchell argumenta que la bipolaridad social —una condición similar a la depresión maníaca— proviene de dos fuentes clave: la sociedad gerencial y el fenómeno del "hombre selfie" en las redes sociales. Las economías modernas se basan en la especialización, lo que aísla a las personas y las despoja de las competencias que antaño formaban la base del respeto propio y la cohesión social. Esto conduce a la depresión, que las personas intentan contrarrestar en el mundo digital. En las redes sociales, las personas pueden presentarse como más perfectas de lo que son en realidad, creando un estado maníaco que, en última instancia, agrava los problemas de autoestima.
Esta bipolaridad desestabiliza a la sociedad, ya que las personas dependen completamente de la política y las instituciones sociales para resolver sus problemas o buscan demostrar su superioridad moral mediante el activismo. En ambos casos, la acción genuina y constructiva suele estar ausente. Este fenómeno crea un ciclo en el que las personas siguen dependiendo de la validación externa, lo que profundiza aún más su sentimiento de incompetencia.
'Las adicciones surgen porque los humanos buscan naturalmente atajos para satisfacer sus necesidades'.
Según Mitchell, las adicciones surgen porque los humanos buscan, de forma natural, atajos para satisfacer sus necesidades. En la sociedad moderna, las herramientas originalmente pensadas para complementar las experiencias humanas se han convertido cada vez más en sustitutos. Por ejemplo, las drogas sustituyen la búsqueda de experiencias trascendentales, las redes sociales ofrecen retroalimentación rápida pero superficial en lugar de relaciones personales, la comida rápida sustituye a las comidas caseras y, en la sexualidad, la búsqueda del placer ha primado sobre la procreación y la alegría de tener hijos, lo que contribuye a la crisis demográfica.
Mitchell enfatiza que esta tendencia a buscar sustitutos fáciles está profundamente arraigada en la naturaleza humana. La amplia disponibilidad de estos sustitutos en la sociedad moderna ha llevado a una dependencia excesiva de soluciones temporales y artificiales que no brindan satisfacción duradera. El resultado es una sociedad donde las personas luchan cada vez más con sentimientos de vacío, alienación e insatisfacción.
Redescubriendo las necesidades y valores fundamentales.
Una de las consecuencias más preocupantes de la bipolaridad social y la sustitución es la crisis demográfica. La sociedad moderna infantiliza a las personas: la sensación de vacío resultante de la falta de competencias se ve enmascarada por la autovalidación en línea, lo que dificulta el proceso de maduración hacia la edad adulta. Una faceta de la bipolaridad social anima a las personas a centrarse narcisistamente en sí mismas, mientras que la otra sugiere que carecen de las competencias necesarias para criar hijos exitosos. La tendencia a buscar sustitutos resulta en que los hijos sean reemplazados por mascotas, entretenimiento y carreras profesionales.
Este cambio demográfico no es solo resultado de presiones económicas, sino que está profundamente vinculado a factores culturales y psicológicos. El énfasis moderno en el individualismo y la libertad personal, si bien beneficioso en ciertos aspectos, ha contribuido a una cultura donde los compromisos y responsabilidades a largo plazo a menudo se perciben como cargas en lugar de como fuentes de significado y satisfacción.
Mitchell cree que abordar estos problemas sociales requiere una transformación fundamental de la mentalidad económica. Las personas deben recuperar las competencias que antaño les brindaron independencia y autoestima. La cultura y los sistemas educativos desempeñan un papel crucial en este proceso. Los mensajes orientados a la familia en la industria del entretenimiento pueden destacar las alegrías de la paternidad, mientras que el sistema educativo debe dotar a los jóvenes de habilidades prácticas que les ayuden a transitar hacia la edad adulta, sin asumir el rol de padres.
“Abordar estos problemas sociales requiere una transformación fundamental de la mentalidad económica”.
Además, Mitchell aboga por un enfoque renovado en la comunidad y las relaciones interpersonales. Al fomentar entornos donde las personas puedan conectar de forma significativa, la sociedad puede reducir la dependencia de los sustitutos digitales y promover un mayor sentido de pertenencia y propósito. Fomentar el voluntariado, construir pequeñas comunidades cohesionadas y otras formas de participación social pueden ayudar a las personas a desarrollar la confianza en sí mismas y un sentido de identidad más sólido.
El estado actual de la sociedad —que se aplica no solo al Estados Unidos de Mitchell, sino también a gran parte del mundo desarrollado— se caracteriza por no reconocer nuestras necesidades fundamentales y profundas ni las competencias que las acompañan, o por satisfacerlas erróneamente mediante lagunas legales en lugar de hacerlo por el camino difícil pero genuino. Necesitamos identificar estas necesidades y competencias humanas básicas, esenciales para la supervivencia, el equilibrio espiritual y la seguridad material, y establecer una guía para satisfacerlas y dominarlas. Al redescubrir estas necesidades y valores, eventualmente redescubriremos la necesidad y la motivación de tener más hijos. Este es un proyecto colectivo que involucra, en primer lugar, a la gente común, los filósofos, la iglesia, los artistas, los psicólogos y el gobierno.
Hungría, un país comprometido con la moral tradicional.
Si consideramos el papel de los respectivos gobiernos para afrontar los desafíos sociales descritos por Mitchell, podríamos señalar al menos un país en particular del mundo occidental: Hungría. El gobierno, liderado por el primer ministro Viktor Orbán desde 2010, ha introducido diversas medidas e iniciativas para abordar estos problemas, captando la atención de todo el mundo, desde Washington hasta Seúl. El enfoque de Hungría se ha basado en la premisa de que la cohesión social, las familias fuertes y los valores tradicionales son esenciales para un futuro estable y próspero. Algunos incluso se refieren al país como un laboratorio de políticas familiares conservadoras .
El gobierno húngaro fomenta activamente las comunidades locales promoviendo la participación social y cultural, fortaleciendo las conexiones interpersonales mediante centros comunitarios, viviendas sociales y proyectos de revitalización rural. Las escuelas integran la educación cívica para fomentar la cooperación y la identidad nacional, mientras que los festivales culturales y las fiestas nacionales financiados por el estado refuerzan el patrimonio compartido, fomentando la pertenencia y la estabilidad.
Para combatir la bipolaridad social y la adicción, Hungría prioriza el desarrollo de la resiliencia mediante programas educativos, el pensamiento crítico y el uso responsable de la tecnología. Iniciativas juveniles, como campamentos de verano, competiciones deportivas y programas de mentoría, fomentan la interacción con la vida real y la participación comunitaria. Los centros recreativos e instalaciones deportivas financiados por el gobierno ofrecen alternativas a la dependencia digital y el entretenimiento pasivo.
Reconociendo la crisis demográfica, Hungría ha implementado políticas familiares que ofrecen incentivos financieros para la maternidad, incluyendo exenciones fiscales, el subsidio para la compra de vivienda del CSOK y el préstamo para la espera de un bebé. La ampliación de las licencias de maternidad y paternidad, la accesibilidad a guarderías y las campañas de concienciación resaltan los beneficios sociales y emocionales de la paternidad. Mediante estas iniciativas, Hungría aspira a construir una sociedad que valore las familias sólidas, la realización personal y la estabilidad social a largo plazo. El gobierno sienta las bases para un nuevo enfoque social para la construcción de familias, pero, como se mencionó anteriormente, el proyecto de eliminar las causas profundas del declive demográfico es colectivo.
*Fuente: Hungarian Conservative. Por Soma Tölgyesi.