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La enseñanza del inglés en la educación infantil: ¿cuán temprano es "demasiado temprano"? ⎪ CULTURIZAR MEDIOS

"Puedo contar hasta diez en inglés", dice el niño, sonriendo, orgulloso. Aunque todavía no sabe lo que significa hablar inglés, sabe que es un gran logro. El vocabulario que adquieren en inglés se multiplica a velocidades astronómicas. 

Hoy en día, conocen algunas palabras y algunos números. En pocos meses, son capaces de formular frases enteras, con un acento tan limpio como muchos de sus padres y madres desearían tener. Los reflejos de la popularización de las escuelas bilingües en todo el país (Brasil) son cada vez más notables, aunque, muchas veces, estas escuelas no se ajustan realmente a esta denominación.

Fuente: Sempre Familia*


La demanda de escuelas que incluyan otro idioma en el plan de estudios de los alumnos es enorme. 

Una consecuencia de la velocidad con la que el mundo está conectado y del hecho de que la globalización ya no es exclusiva del mundo empresarial y está presente en todos los ámbitos, desde el consumo hasta la salud, pasando por el universo académico y el ocio. Incluir programas bilingües o de inglés avanzado en los colegios se ha convertido en una alternativa menos burocrática y compleja que la transformación completa de un colegio en un entorno bilingüe.

Así, los planes de estudio que solían tener sólo dos clases de idiomas adicionales a la semana se han transformado para dar cabida a tres, cuatro e incluso cinco periodos diarios en el horario semanal de los alumnos, especialmente en las escuelas primarias. Las explicaciones son muchas y van desde la creencia de que es a esta edad cuando la adquisición de una lengua adicional se hace de forma más optimizada y efectiva hasta la realidad de que el bachillerato sigue centrado principalmente en Enem y vestibulares.


¿Pero qué pasa con la Educación Infantil? La relación entre el bilingüismo y la neurociencia es prácticamente directa, aunque el cerebro bilingüe aún debe ser visto con más luz. 

Uno de los mayores "neuromitos" es que la adquisición de una nueva lengua compromete el desarrollo del niño. Se dice mucho que el niño puede confundirse o mezclar las dos lenguas si se alfabetiza con la inserción de dos idiomas. Sin embargo, si las metodologías pedagógicas de la escuela están bien estructuradas, lo que se observa es lo contrario: esta exposición contribuye al desarrollo de la reserva cognitiva del cerebro del niño.

Esto sucede porque el funcionamiento de un cerebro bilingüe se basa mucho más en el razonamiento lógico que en la memoria. En otras palabras, el niño no sólo -no necesariamente- confundirá las dos lenguas, sino que utilizará recursos lingüísticos presentes en una de ellas para resolver problemas de comunicación en la otra. La mayoría de las sinapsis del cerebro se forman a los cinco años, con infinitas posibilidades de conexión. De los seis a los doce años, las sinapsis no utilizadas acaban siendo desechadas. Por eso acabamos olvidando cosas que hacíamos muy bien de pequeños.

Otro mito es la creencia de que, con la adquisición de una nueva lengua, sólo se desarrollan las áreas del cerebro relacionadas con el lenguaje. De hecho, este desarrollo se produce en todos los ámbitos. Las emociones, los recuerdos, el razonamiento, todo mejora cuando se aprende otro idioma. Por lo tanto, no hay "demasiado pronto" cuando el tema es el bilingüismo.


Aunque en el jardín de infancia los niños aún no conozcan todas las letras y los números, es importante recordar que el lenguaje y la lectura/escritura están relacionados, pero no son necesariamente dependientes. 

Aprendemos a hablar antes de leer. Aprendemos a leer antes de escribir. Esa es la dirección que tomamos cuando queremos empezar a enseñar una segunda lengua a los niños pequeños.

La asociación, las referencias y la exposición continua a la lengua hacen que el niño no sólo cree vínculos neurológicos con la lengua, sino también emocionales, con esa intensa actividad cerebral de desarrollo de nuevas sinapsis relacionadas con la lengua en cuestión. El bilingüismo no sólo está relacionado con el dominio de dos idiomas, sino también con la conexión y la inmersión en una lengua adicional y toda la carga cultural que aporta.

Los sujetos bilingües tienen la capacidad de identificarse y comprender mejor otras culturas, costumbres y opiniones, y de mostrar empatía con el otro al no clasificar al diferente como un extraño, sino como un añadido. Por lo tanto, cuando un niño sonríe y dice que puede contar hasta diez en inglés, lo que estamos viendo no es sólo un potencial ciudadano bilingüe, sino un individuo potencialmente mejor para el mundo que le rodea.




*Fuente: Gazeta Do Povo-Sempre Familia
Por Kaline Castagnolli, consultora educativa. Abril 2022.

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