La necesidad de educar en valores que promuevan virtudes, y en donde la familia tenga un rol fundamental.
Por Yanina Cossime*
Los niños y adolescentes necesitan y deben recibir educación sexual. E independientemente si los adultos estamos o no dispuestos a enseñarles, tengamos o no la voluntad consciente de hacerlo, los cuidadores, educadores y, en especial, los padres, siempre estamos educando.
Actualmente, la educación sexual de los niños y adolescentes es un tema de discusión en parte de la sociedad. Aunque a simple vista podría parecer que se trata de grupos antagónicos (los que quieren y los que no quieren educación sexual en las escuelas), esto no es así, ya que ambos grupos reconocen la necesidad y la importancia de implementar en las escuelas programas educación sexual que permitan prevenir el abuso sexual infantil, el embarazo adolescente no programado, las infecciones de transmisión sexual y las relaciones violentas.
Las diferencias se encuentran en el tipo de educación sexual que consideran adecuados estos grupos y en el rol que se le asigna a la familia en la implementación de los programas.
Un sector propone una educación sexual desde la perspectiva de género y de las diversidades sexuales, en la que la familia no tiene un rol protagónico, y sus valores y convicciones son considerados un obstáculo. Este tipo de educación sexual hace énfasis en la información biológica, presenta a la sexualidad humana reducida a la genitalidad, se centra en la búsqueda del placer sexual y promueve la promiscuidad. Su objetivo es la preparación de los alumnos para una vida sexual activa “sin consecuencias” y presenta al aborto como una “solución” ante la no utilización o la falla de los métodos anticonceptivos, ya que considera al embarazo no programado como un incidente negativo en la trayectoria socioeconómica y educativa de las personas.
Otros, en cambio, proponemos una educación integral de la sexualidad que abarque todas las dimensiones humanas de los niños y adolescentes, centrada en la educación en valores, que promueva virtudes, y en donde la familia tenga un rol fundamental.
El objetivo de la educación sexual en valores es ayudar a que niños y adolescentes desplieguen de manera armónica todas sus potencialidades, ya que la sexualidad no se reduce al uso de la genitalidad, sino que la condición sexuada es propia del ser humano y abarca toda su persona (dimensiones bio-psico-socio-espiritual). La educación sexual en valores propone acompañar en su desarrollo a los niños y adolescentes para que logren su plenitud como varones y mujeres, promoviendo actitudes relacionadas con la solidaridad, el amor, el respeto a la intimidad propia y ajena, el respeto por la vida y la integridad de las personas y con el desarrollo de actitudes responsables ante la sexualidad.
Los padres tenemos el derecho y el deber de educar la sexualidad de nuestros hijos, asumamos nuestra responsabilidad acompañando a nuestros hijos a transitar esta una gran aventura que nos desafía: la vida misma.
Involucrémonos activa e intencionalmente en su educación, formémonos e informémonos, estemos presentes física y emocionalmente y recordemos que es en la cotidianeidad de nuestro hogar que enseñamos con nuestro ejemplo.
¿Aceptas el desafío?
* Yanina Cossime es esposa, madre, profesora, Orientadora Familiar, Operadora Socio Comunitaria, Diplomada en Prevención y Tratamiento de la Violencia y en Educación Sexual.
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