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El último Round de Doña Juana... (Recuerdos de un médico rural) ⎪ Por el Dr. Nelio Chimenton


Se trataba de una mujer de 62 años que pasó cuarenta junto a su esposo en una población cercana a la mía. Luego de la jubilación del hombre, adquirieron una casa con mucho patio, en nuestra localidad, aledaña a la zona urbana.


No eran habitué a mi consultorio, pues su médico de familia estaba en el pueblo donde pasaron La casi totalidad de sus días.


Pero una tarde, el esposo de Juana me pide que la visite en su domicilio. Me cuenta que ella padece un cáncer de útero, en etapa muy avanzada. La operaron -me dice- pero no hay esperanzas… lo malo es que tiene mucho líquido en el vientre y esto le impide respirar. En un primer momento se lo punzaron y se alivió, pero ahora, no sé porqué, se niegan a repetir la punción y aliviarla…


Le expliqué que cada vez que se lo pincha, el peritoneo se tabica y forma compartimentos separados; por lo que a medida que se repitan los pinchazos van a ser mas numerosos…

Luego que logró entender lo que intenté explicarle, me pidió que la visite y trate de conformarla. ¿Sabe ella lo que tiene? - pregunté- …nadie se lo dijo -me respondió-… pero tonta no es…


Ya lo creo que no era tonta… Juana no era ilustrada, pero tenía una inteligencia natural y una perspicacia que hubiera hecho imposible engañarla. Apenas llegué me tomó la mano y me dijo: ¡Vea doctorcito!... yo sé que no tengo remedios para mi mal… pero en realidad, lo que me preocupa es que esto no va a terminar pronto…. ¿Que hago hasta que se acabe?... ¡Mirar el techo hasta que el hilo se corte!?... ¡Se da cuenta?... Y por otro lado, lo que me pone peor es que mi marido es un perfecto inútil para manejarse solo… no es capaz de hacerse un huevo pasado por agua ni lavarse un calzoncillo…


Tragué saliva, intentando no se me note la angustia que me provocaron sus palabras… Una mujer con el vientre hinchado que le impedía respirar por el líquido de su metástasis, y a quien sólo le preocupaba su obligada inacción, la tardanza del desenlace y, que más que por ella, lo lamentaba por su esposo por su enorme dependencia de sus cuidados.


Juana vivió 12 días lúcida; luego entró en coma profundo y dos días después murió. Por gracia de Dios no padeció dolores que no pudiéramos yugular.

Luego de su deceso, su esposo con dos gruesos lagrimones en su rostro, me cuenta que durante los días de lucidez sonreía muy a menudo… cosa no muy habitual en ella. Nos pasábamos el día recordando nuestros momentos felices mientras me hacía miles de recomendaciones para cuando se marchara.


Ya en mi casa, en esa hora incierta de la madrugada, donde suelen despertarnos las acciones y las emociones que quedaron ocultas durante el día, mis pensamientos volaron hacia Juana… y su último round.

¿Cómo habrán sido sus días y sus noches sabiendo que el fin se aproximaba?... ¿De verdad sólo le preocupaba lo que le esperaba a su esposo?... ¿Se sentiría angustiada ante la proximidad de lo desconocido?...

Me  respondí a mi mismo, que Juana fue un espíritu sano… lo que le habría permitido no sentir temor por el más allá…


Pero… ¿Qué debe sentir otros en su misma circunstancia?... Qué horrores desesperan a todos aquellos que en vida esquilmaron, mataron, deshauciaron, violaron o maltrataron a sus semejantes.?. ¿Qué experimenta en casos como el de Juana, una madre que asesinó a su propio hijo en su vientre, mientras lo gestaba?

Ante esto, comencé a vislumbrar que motiva a los seres humanos a aprobar la Eutanasia. Entendí que no se la pide para salvar su sufrimiento futuro, sino para aliviar el tormento de un pasado que quiere pasarnos la factura.


Es muy claro… El perdón de Dios siempre lo tenemos asegurado… lo difícil es perdonarse a uno mismo.






*Dr Nelio José Chimenton

Médico rural. Facebook: Nelio Chimenton




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