Antonito regresa de la escuela, dibujando un espléndido “puchero” en su compungido rostro... Sus papis, siempre solícitos, lo interrogan al respecto…
-Entre forzados sollozos- cuenta que la maestra lo hizo parar frente a su banco, y frente a todos le dijo que era un maleducado… y todo porqué simulé un eructo mientras ella hablaba…
-¿Coooomo?... -se exalta la mamá-, ¿esa loca hizo esos?... expresaba mientras los ojos se le salían de sus órbitas. ¡A vos!... ¡A vos!... ¿Pero no estaría el salón a oscuras y no vio a quién le hablaba?
¡De no creer!. -apuntó el papá para no quedarse atrás-. …Dejá nomás... hoy mismo voy a pedirle explicaciones… seguro que esa miserable no tiene hijos... Pero… ¿Qué pretende?... ¿Formar un hato de reprimidos?
Una semana después el niño llega con otra… Repitiendo la ya bien estudiada mímica, les cuenta que el “milico” los corrió de la plazoleta, porque jugaban sobre el césped recién plantado, y, sin querer, claro, lo destrozaron, al igual que una lámpara del alumbrado, donde hicieron blanco practicando con sus gomeras.
Los progenitores se miran sin entender lo que ocurre... Finalmente el padre se repone y le dice a su “primor”: ¡No te preocupes!, esos son los peores… son todos chorros y, en lugar de perseguir a otros como ellos, se dedican a correr pibes… ¡claro! Les resulta mas fácil. Pero voy a hablar con el Comisario… ya es hora de que alguien les enseñe cuantos pares son tres patos... ¡Me va a oír el coso ese!...
El transcurrir inexorable de los años, lleva al chiquillo a la adolescencia y a la juventud… Allí el cuadro sigue repitiéndose, aunque en ámbitos distintos. Los profesores, los pastores, las autoridades, los patovicas y las leyes y ordenanzas, han sido creadas para perjudicar a Antonito, según la mirada “objetiva”de los papis…
¿Me van a negar -dice la mamá mientras el padre asiente-, que el nene no tiene derecho a romper algún vidrio en el colegio, o a expresarse en voz alta en cualquier lugar que se encuentre? ¿Qué tiene de malo que le haya tocado la cola a una chica… o me van a negar que son ellas mismas las que lo provocan?... O que se les haya ido un poco la mano cuando masacraron a un pobre infeliz que pasaba justo enfrente de sus borrachera?... o cuando le desvalijaron el puesto al verdulero, tirándose tomataso?... o cuando tomaron un auto prestado, -sin permiso del dueño, claro— y levantaron para arriba a esa descocada que cruzaba la calle sin mirar… mientras ellos sólo corrían una picada en pleno centro...
La media frutilla del postre llega cuando el papá lo escucha discutir con su mamá, lo saca aparta y le dice: ¿No te das cuenta que tu vieja está menopáusica? ¡no le des bolilla y listo ¡ !...La otra media la coloca la madre que al oírlo disputar con el padre le acota: ¿No ves que tu viejo está fuera de onda? La andropausia se le adelantó... Así que decile todo que sí… ¡Y a otra cosa!.
Antonito ya está casi hecho... pero aún le falta un paso importante. Y eso se lo facilitarán los medios escritos, radiales, cinematográficos y televisivos; donde sesudos pensadores, vestidos lo más informalmente posible, con la barba y los cabellos desgre-ñados para aparecer más progres, le asegurarán que nada ni nadie puede imponerle orden o respeto que él no quiera aceptar… que es libre de hacer lo que se le dé la gana, que todo lo que sea supeditarse a una disciplina será castrarse y someterse... y que sobre él no hay nadie, ni en la tierra ni en el cielo.
El joven ha entendido ya, que hay que desacralizarlo todo. Ni Dios... ni Maestros... ni padres, ni leyes que lo aten a nada. Ël y sólo él, sobre todos y contra todos.
Hasta allí todo perfecto… Pero -muy a menudo la vida se llena de ¡peros!-, un día el joven recibe un sacudón en su vida…¡Vaya uno a saber qué!... Una enfermedad, una discapacidad, un desengaño... La vida se ocupa de probarnos mas tarde o mas temprano
Y para enfrentarlo tendremos que tener los anticuerpos para enfrentar lo que se viene.
La permisividad le ha impedido crearlos... y ahora no sabe de donde sacarlos… ¿A quién recurrir? ¿Dios?... ¡No!... si a él le inculcaron que Dios era él mismo... ¿Los padres... No... si uno está obsoleto y la otra menopáusica… Maestros, autoridades, tampoco… unos son castradores e ignorantes, y los otros inescrupulosos y represores ¿Los amigos? Pero si ellos están igual o peor que él… ¿Entonces?
Nadie conoce el final de la historia de Antonito… pero lo imaginan basándose en los miles de Antonitos que pasan a nuestro lado… Una publicación de aquellas dignas de crédito, hablan de que en los últimos 20 años se incrementaron en un 80% los suicidios en jóvenes entre los 18 y 25 años.
Preguntados algunos jóvenes, sobre el motivo de su adicción, respondieron que sus problemas existenciales están muy por encima de su capacidad para resolverlos… Re preguntados si con la droga lograron solucionarlos, respondieron que no, pero que al menos por unas horas se sienten liberados de los mismos
La problemática de los niños y jóvenes excesivamente consentidos, a los que no se ha sabido crearles responsabilidades, ha dado como resultado una generación ganada por las adicciones, la violencia y la indolencia ante todo aquello que pueda realmente hacerlos felices y útiles para ellos mismos y la sociedad toda. El amor y la valoración de sus vidas por parte de la familia, le devolverán el apego a la existencia y el deseo de hacer que sea digna y venturosa.
Este relato, tiene como objeto alertar a la sociedad y la familia para que se dispongan a recuperar lo mas hermoso que la vida nos regala: LOS HIJOS CON SALUD FISICA, MENTAL Y ESPIRITUAL.
COLUMNA:
Dr Nelio José Chimenton
Médico rural
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