Era el 07/12/14 cuando mis amigas feministas decían "Sara, eres la feminista más famosa de Brasil, necesitas abortar. Tendrás más experiencias para defender la legalización en los programas de televisión que vas y en toda la prensa". Lo que hay en tu útero, no es un niño, o un bebé, o un ser humano. Es solo un coágulo de sangre. Un bolsa de células. Necesitas empoderarte. El aborto te da poder. Te hará sentir libre".
Fuente: @sarawinter.es*
Así fue como mis "amigas" feministas me convencieron de que me hiciera un aborto, después de ponerme 4 pastillas de cytotec en la mano.
Ya conoces mi relato del aborto, pero vale la pena recordar que en medio de las contracciones del parto, los vómitos, la fiebre y la sensación de muerte, no sentí ni un segundo ese "empoderamiento". Ni más tarde, cuando fui atacada por una afección severa, resultado de llevar los restos de mi bebé muerto dentro de mi propio cuerpo sin saberlo.
Hemorragia, septicemia y extracción de una de las trompas. Ese fue el resultado "empoderador" del aborto para mí. De hecho, utilicé el mismo método recomendado por la OMS como "seguro".
Meses de síndrome postaborto tampoco fueron enpoderadores.
El único empoderamiento que sentí fueron 4 pruebas de embarazo que dieron "positivo" exactamente 6 meses después.
Me sentí poderosa cuando supe que Dios me había dado una segunda oportunidad para tener un hijo.
Me sentí poderosa cuando sentí todos los dolores de parto, esta vez para dar vida y no la muerte a un niño.
Me sentí poderosa cuando me desperté al amanecer, incluso exhausta de amamantar o de aliviar los calambres de mi bebé.
Me sentí poderosa mientras lo ayudaba a dar sus primeros pasos, pronunciar sus primeras palabras y leer sus primeras sílabas.
La verdad sea dicha: lo que me dio poder real fue aceptar las consecuencias de mis acciones y entregarme a la naturaleza humana.
La felicidad y el sentimiento de poder sobre mi propio cuerpo fueron consecuencia de actos de entrega, abnegación y caridad.
El feminismo me ha convertido en una mujer egoísta y débil.
¡La maternidad me forjó una verdadera mujer fuerte!
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