Caso lucio: Una muerte de la que much@s no quieren hablar.
El atroz crimen silenciado por cuestiones de género.
Por Yanina Cossime*
A Lucio lo mataron, pero lo que le hicieron antes, dos mujeres fanáticas de una ideología destructiva y perversa, no puede describirse sin un nudo en la panza y lágrimas en los ojos.
Su madre y la novia de esta, lo torturaron sin piedad y le dieron muerte. Es escalofriante leer las noticias que relatan lo que le hicieron a este pequeño de 5 años - vejaciones, torturas, maltratos y violencia (psicológicas, físicas, sexuales y sociales)-, y también repulsivas las razones, excusas, mentiras y acusaciones que dan quienes cometieron este aberrante crimen.
Pero, lo más llamativo, es el silencio ensordecedor sobre el caso. Solo hace pocos días algunos medios “tomaron el guante” y comenzaron a hablar del tema, debido a la presión en las redes sociales y los comentarios de figuras públicas destacadas que, indignadas, reprochaban la situación.
¿Es que acaso no es políticamente correcto hablar de un crimen cometido por dos mujeres, feministas y militantes radicales?
Los medios nos tienen aturdidos con información de otro crimen terrible, el de Fernando. No es que resulte menos estremecedor el caso, por el contrario, podríamos hablar mucho al respecto. Pero lo llamativo es el silencio sobre Lucio y lo destacado del crimen de Fernando. ¿Será que resulta conveniente al discurso operante?: un homicidio cometido por un grupo de jóvenes varones, que practican un deporte de contacto, y pertenecen a un grupo social “acomodado”. Es que este crimen sustenta el relato de que todos los hombres son violentos, agresores en potencia aguardando la oportunidad de hacerse de una víctima indefensa.
Pero con la muerte atroz de Lucio, en manos de dos mujeres, se cae el relato frente a los hechos: las mujeres no somos moralmente superiores, y queda demostrado que somos capaces de herir, torturar y matar, para luego mentir y acusar y así ocultar y justificar nuestros aberrantes actos. ¿Será por eso el silencio?
¿Y qué del Estado, de las instituciones y las organizaciones que se llenan la boca hablando de la defensa los derechos del niño? ¿Dónde estaban, cuando debían garantizar esos derechos a Lucio? ¿Dónde están hoy? Estuvieron ausentes para Lucio, y hoy también guardan silencio.
Duele en el alma la indiferencia de todas las instituciones y personas que debían haber actuado frente a la maldad alevosa de estas dos mujeres. Cala profundo en el corazón la ausencia de quienes debían proteger Lucio, de aquellos que “miraron para otro lado”, tal vez para no tener problemas, para no involucrarse o evitar el dolor del pequeñín. Pero no hay excusas: Magdalena Espósito Valenti y Abigaíl Páez (madre de Lucio y su novia, respectivamente) son asesinas y los demás, todos los que le dieron la espalda a Lucio, son cómplices.
Dolor, vergüenza, impotencia...
Los niños no se tocan, no se agreden, no se matan, y ser mujer y madre no nos da derecho a destruir la vida de nadie... tampoco de nuestros hijos (dentro o fuera del vientre).
Pero una sociedad que promueve la muerte se dirige a su autodestrucción. Si la vida de un niño no tiene valor dentro del vientre de su madre, ¿por qué lo tendría fuera? Si una madre, legalmente, puede decidir si su hijo vive o muere cuando aún no nació, ¿por qué no decidirlo cuando ya nació?
Cuando el valor de la vida humana se considera "relativo" a las circunstancias, nos encontramos frente a la posibilidad, cierta, de los crímenes más atroces...y aquí lo tenemos a Lucio.
Pequeño niño con un corazón cargado de tristeza y dolor, con una mirada que se iba lejos, tal vez para soñar con un abrazo amoroso y una vida sin sufrimientos, ignorado por el sistema y el relato que proclama proteger a los niños, te arrancaron la vida.
Mi consuelo, como el de aquellos que creemos en Dios, es la certeza de que estás en Sus brazos, donde no hay dolor y te colman de amor del bueno.
Como sociedad, no podemos seguir mirando hacia otro lado frente al sufrimiento de los más vulnerables: los niños. Debemos comprometernos con la lucha por la protección de los que sufren en silencio y no pueden alzar su voz. Los niños no son el futuro, son el presente, y nos necesitan. No más Lucios.
* Yanina Cossime es esposa, madre, profesora, Orientadora Familiar, Operadora Socio Comunitaria, Diplomada en Prevención y Tratamiento de la Violencia y en Educación Sexual.
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