El abuso sexual infantil es un flagelo mundial donde se impone una relación de poder desigual de parte del adulto sobre la víctima infantil o adolescente, quedando esta última desvalida psíquicamente y con su subjetividad quebrada.
Sabemos que hablar de abuso sexual implica poner el cuerpo, la mente y el espíritu al reconocimiento de una situación ultrajante, no obstante, debemos reconocer que es el principio de la sanidad y la restauración.
Por REDASI*
El tiempo que lleva poder hablar es diferente en cada uno. Algunos pasan muchos años y en la adultez pueden empezar el proceso de sanidad. Otros, que son los menos, de manera rápida comunican lo sucedido. Y en algunos casos se llevan a la tumba su dolor en silencio. Cada uno tiene su tiempo de elaboración del trauma.
Porque hablando claro, el abuso sexual infantil y/ o adolescente, produce en la víctima un trauma de difícil acceso, con consecuencias extremadamente complejas.
Vemos niños y adolescentes con sus semblantes opacados, que no ríen, que incursionan en las adicciones, con problemas alimenticios, alteración en su comportamiento, que terminan en suicidios o en relaciones inestables, prostituyéndose, normalizando las situaciones de abuso sin poder reconocerlas como tal, perdiendo el control de los esfínteres (enuresis o encopresis), realizando retrocesos, problemas en el aprendizaje, entre otros factores.
Mientras tanto sucede el abuso en lo oculto, más niños y adolescentes se entregan al anonimato, a una suerte de abandono, a una especie de adormecimiento sin futuro, sin esperanzas, sin ánimo.
Ante esta situación observamos el papel de la familia, los adultos a cargo. Muchos desconocen la situación por la que está atravesando la víctima. Muchos son protectores y cuidadosos. En el mejor de los casos hacen las denuncias correspondientes. Otras veces encubren los abusos por vergüenza o por no tener las herramientas necesarias psicológicas, emocionales y legales para afrontarlo.
Gran número de los casos sucede dentro del hogar y es efectuado por un familiar o conocido de confianza.
La víctima de abuso no tiene género, ocurre en el varón y en la mujer. Los abusadores tampoco lo tienen, pueden ser hombres o mujeres y a veces tristemente pares, producto de violaciones silenciadas.
Pero sin dudas una situación de abuso modifica y altera la formación de la identidad de la víctima, provocando inseguridad, alteración de la autoimagen y la autopercepción, desvalorización, depresión y más.
Por ello, hemos conformado una Red Interdisciplinaria de Abordaje, Prevención, Intervención y Concientización del Abuso Sexual Infantil, con profesionales de diferentes provincias: abogados especialistas en derecho penal, niñez y adolescencia, acompañantes terapéuticos, docentes de modalidad especial, docentes de diferentes niveles, intérpretes de sordos e hipoacúsicos, orientadores familiares, asistentes sociales, técnicos en prevención de adicciones, pediatras, especialista en redes sociales, grafopsicólogos en el maltrato y abuso infantojuvenil, psicólogos sociales, preventores y sobrevivientes de este flagelo,entre otros.
Como profesionales proclamamos una niñez y una adolescencia libre de abusos y violencias.
*REDASI: Coordinadoras
Analía Arias: analia.leonor.arias@gmail.com
Mirta Fleyta: mirtafleyta67@gmail.com
Miryan Acosta: michi14.acosta@gmail.com
Natalia De Santis: natyvdesantis@gmail.com