
El inicio del año escolar y el derecho de los niños y adolescentes de recibir educación sexual, pero según los valores y convicciones de la familia.
Con el inicio del ciclo escolar, es fundamental reafirmar un principio innegociable: los niños tienen derecho a ser educados por sus padres, y los padres tienen el derecho-deber de educar a sus hijos. La educación no es solo un derecho de los niños, sino también una responsabilidad inalienable de la familia. El Estado puede y debe garantizar el acceso a la educación, pero no puede ni debe reemplazar a la familia en su rol formador.
El Estado debe respetar y garantizar este derecho, sin imponer un único enfoque ni intentar sustituir la autoridad de los padres.
La Constitución Nacional y los tratados internacionales reconocen que la familia es el núcleo esencial de la sociedad y que los padres tienen el derecho preferente a elegir el tipo de educación que recibirán sus hijos conforme a su cultura, creencias religiosas y principios morales. Cualquier intento de monopolizar la educación sexual desde el Estado vulnera estos derechos fundamentales y atenta contra la diversidad de miradas y convicciones presentes en la sociedad.
Este principio debe ser respetado en las escuelas de gestión pública, donde todos los ciudadanos deben ser y sentirse respetados y seguros. Los derechos fundamentales de los niños y adolescentes no caducan en la puerta de la escuela, por el contrario, la escuela debe ser un lugar seguro para ellos, y son los docentes quienes deben respetar y hacer respetar todos sus derechos.
Además, la educación sexual no puede ser concebida como un ámbito exclusivo de la escuela, ya que son los padres quienes tienen la responsabilidad primaria de guiar a sus hijos en este aspecto crucial de su desarrollo.
El rol de la escuela es ser subsidiaria (colaboradora/complementaria) de la labor de la familia – educadora fundamental y primaria.
Por otra parte, la educación sexual no debe ser reducida a la actividad sexual y el placer. Al contrario, debe ser integral y abarcar todas las dimensiones humanas (biológica, psicológica, afectiva, social y espiritual), todas ellas profundamente vinculadas con la identidad y los valores que cada familia transmite.
Es necesario establecer con claridad qué aspectos deben abordarse en la educación sexual de los hijos, siempre bajo la orientación de sus padres. Entre estos aspectos se encuentran:
El conocimiento y cuidado del propio cuerpo, así como el respeto por el cuerpo de los demás.
La importancia de la intimidad y la privacidad.
El desarrollo de una identidad personal basada en valores sólidos.
La educación afectiva, que enseñe a establecer relaciones sanas y respetuosas, libres de violencia.
La transmisión de principios sobre el amor, la familia y el compromiso.
La enseñanza sobre la sexualidad desde una perspectiva integral, que incluya el significado del acto sexual y su importancia dentro de un proyecto de vida personal.
El inicio del año escolar nos desafía a recordar que la educación de nuestros hijos no puede ser delegada completamente a las instituciones. Los padres deben estar presentes, informados y activos en este proceso. La educación sexual no puede ser impuesta por el Estado, sino orientada por la familia, que es el primer y principal ámbito educativo de cada niño.
Educar a nuestros hijos es un derecho y un deber que no podemos ni debemos ceder. Que este nuevo ciclo lectivo nos encuentre firmes en la defensa de la educación que queremos para ellos, asegurando que crezcan en un marco de respeto, dignidad y libertad.
* Yanina Cossime es esposa, madre, Lic. en Orientación Familiar, profesora, Operadora Socio Comunitaria, Diplomada en Prevención y Tratamiento de la Violencia, en políticas públicas para la primera infancia y la familia y en educación integral de la sexualidad.
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