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Con la islamización de Occidente, sólo la fe y la razón sobreviven en Europa Central, afirmó el primer ministro de Hungría

 

El primer ministro Viktor Orbán afirmó que Europa Central —en particular Hungría— se ha convertido en el último refugio de la fe, la razón y la coherencia civilizacional, mientras Occidente sucumbe al declive cultural y económico. 

Refiriéndose a lo que llamó la "islamización de Occidente", Orbán argumentó que Europa Occidental ha abandonado sus raíces cristianas, ha aceptado la inmigración masiva y ha construido una economía insostenible basada en el bienestar. En contraste, afirmó que la trayectoria distintiva de Hungría desde 2010 la ha protegido de correr la misma suerte. 

Nos desvinculamos del modelo económico europeo con el tiempo. Mientras las naciones occidentales se derrumban bajo sus propias contradicciones, Hungría ha construido una sociedad basada en el trabajo y la familia.


El primer ministro Orbán dijo: 

Incluso si se acuerda un nuevo presupuesto plurianual de la UE para 2028-2035, podría ser el definitivo a menos que se implementen reformas fundamentales. Sin ellas, la eurozona se enfrenta a un posible colapso en un proceso caótico y costoso. Orbán afirmó que la Unión Europea se encuentra actualmente en proceso de desintegración, al tiempo que presenciamos su actual fragmentación. Advirtió que, de continuar esta tendencia, la UE será recordada no como un triunfo, sino como el desalentador resultado de un noble experimento. 

 

En cuanto a la geopolítica, Orbán declaró que el Sur Global está transformando el orden mundial, con Estados Unidos alejándose de la promoción de la democracia para retomar la política de gran potencia. Citó los avances económicos de Rusia y China, y lo que denominó el debilitamiento de la posición de Europa:

Estados Unidos acaba con la exportación de la democracia. Entramos en una era multipolar donde la fe y la razón aún sobreviven.

El Primer Ministro describió el modelo occidental como uno que pretende ser un modelo de prosperidad, pero que, en realidad, se basa en la ayuda social y la deuda. Destacó las principales diferencias estructurales entre el "modelo nacional" húngaro y el modelo convencional de la UE, entre ellas: un impuesto sobre la renta personal de tipo fijo frente a los sistemas progresivos occidentales; una prestación por desempleo de tres meses, seguida de trabajo público obligatorio; prestaciones familiares vinculadas al trabajo; la ausencia de impuesto de sucesiones; controles de precios de la energía ("reducción de los costes de los servicios públicos"), exclusivos de Hungría; apoyo a la inversión extranjera en el extranjero; y la exención del impuesto sobre la renta para madres con dos o más hijos. 

«Estas no son diferencias superficiales, sino que reflejan profundas divisiones estructurales y filosóficas», enfatizó Orbán. «Mientras Occidente se encoge, nuestro desempeño ha mejorado. El modelo húngaro funciona».

El discurso contrasta marcadamente con el mensaje de Péter Magyar, líder del Partido Tisza (principal partido de la oposición), quien se ha convertido en el principal rival del primer ministro Orbán de cara a las elecciones de 2026. Días antes, Magyar acusó al gobierno de Orbán de convertir a Hungría en una "isla política aislada de Europa", sumida en conflictos con Bruselas y responsable de la congelación de fondos cruciales de la UE.

«Hungría no es el último estado cristiano, es el primer país europeo que debe ser recuperado», declaró Magyar en un discurso reciente. Prometió reformas del Estado de derecho, transparencia y una nueva colaboración con la UE.

El político también criticó el uso que hace Viktor Orbán de las "consultas nacionales" como herramientas de manipulación política en lugar de como aportes democráticos. Su partido está haciendo campaña con una plataforma proeuropea, anticorrupción y de reforma institucional.

En una declaración destacada, Magyar declaró: «Primer Ministro, ambos sabemos que esto ha terminado», indicando su convicción de que el mandato de Orbán está llegando a su fin. Enfatizó la necesidad de un cambio, afirmando que su partido aspira a «recuperar nuestro país ladrillo a ladrillo». Magyar también criticó el reciente aumento salarial de Orbán, comparándolo con las dificultades económicas que enfrentan los docentes, el personal sanitario y quienes perciben el salario mínimo.

La narrativa de Orbán posiciona a Hungría como defensora de los valores originales de la civilización occidental, sugiriendo que Europa Occidental ha cedido la fe y la razón a la ideología, la burocracia y el liberalismo de fronteras abiertas. En este contexto, Europa Central emerge no como una periferia, sino como un núcleo cultural y moral.

A medida que Hungría se acerca a las elecciones de 2026, la elección que se presenta es clara: una Hungría que se mantiene firme como el último bastión de la fe y la razón en Europa, o una que se deja llevar por un Occidente diluido e ideológicamente desarraigado.


*Fuente: HungaryToday. 

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