EDUCACIÓN SEXUAL y FAMILIA
La educación sexual debe estar centrada en valores que promuevan virtudes, y debe respetar el rol fundamental de la familia.
Por Yanina Cossime*
La familia es el agente natural y primario de la educación de los niños. En ella, según Delbosco, “las personas no sólo llegan a la vida, sino también descubren su identidad y forjan su conciencia.” Según la autora, es en la familia donde “cada persona es quien es, tiene un lugar, es reconocido como tal” y es en su seno que recibimos “el debido entrenamiento para la convivencia social”. Este entrenamiento se da en la cotidianeidad y la cercanía de las relaciones familiares, que permiten, principalmente a través del ejemplo de los padres y cuidadores, educar en valores a los niños y adolescentes para que desarrollen virtudes (hábitos buenos para ellos y para los otros) que les permitan vivir plenamente en su madurez, definida por DelBosco como “la capacidad de hacerse cargo de uno mismo” completada por “la capacidad de hacerse cargo de los demás.”
Debemos tener en cuenta que “… la educación no es adiestramiento y tampoco se reduce a brindar información, sino que se trata de extraer de dentro del hombre, de poner en marcha un proceso a través del cual ese sujeto pueda llegar a crecer, desarrollarse y madurar alcanzando su plenitud como hombre.” (p.42). Bottini recalca que “No es lo mismo educación que instrucción, ésta consiste en la transmisión de conocimientos. La educación contiene a la instrucción; trasciende los planteos académicos, piensa en el hombre todo y en todos los hombres como personas y como comunidad.” (p.14) Delbosco nos invita a reflexionar y afirma que “Educar significa acompañar en el proceso de crecimiento de una persona, con lo cual hay que tener en cuenta la complejidad de tanto del proceso como de la persona misma...”, para esto, debemos “poner en el centro de nuestros cuidados a la persona, en su complejidad y en su integridad (…) dirigirnos al núcleo mismo de la persona, el lugar en el cual cada uno siente, entiende y decide.”
La educación integral de la sexualidad implica la educación de todas las dimensiones humanas (biológica, psicológica, afectiva, social, moral, ética y espiritual), ya que “la sexualidad abarca toda la persona en sus manifestaciones… no se reduce exclusivamente a la genitalidad ni tampoco al acto genital” (Bottini del Rey, p.50) y necesariamente, implica la educación en valores. El objetivo de una educación integral de la sexualidad es que los niños y adolescentes alcancen el desarrollo pleno de su sexualidad a partir de lo genéticamente dado, ya que “la condición sexuada, impregna al hombre integralmente, por eso la definimos como un elemento básico de la personalidad, un modo propio de ser varón o mujer, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, de expresar y vivir el amor humano” (Mitrece, M). Para esto es imprescindible que desde el nacimiento la familia eduque a los niños en valores, para que puedan adquirir virtudes, porque son esenciales al hombre para que pueda vivir una vida plena, una vida buena.
Como padres, exijamos que la familia sea respetada como educadora fundamental de los niños, y asumamos nuestra responsabilidad: ejerzamos proactiva y responsablemente el derecho-deber de educar a nuestros hijos en valores, siendo padres presentes y no meros espectadores de sus vidas.
* Yanina Cossime es esposa, madre, profesora, Orientadora Familiar, Operadora Socio Comunitaria, Diplomada en Prevención y Tratamiento de la Violencia y en Educación Sexual.
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Referencias
Bottini de Rey, Z. (2010) Educación sexual : familia y escuela. Repositorio institucional UCA. Buenos Aires : Educa. (Familia, Escuela de Humanidad ; n. 1) http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/libros/educacion-sexual-familia-escuela.pdf (01/10/2018).
DelBosco, P. Apuntes de cátedra, Ética y Familia, Universidad Austral, LOF (2020).
Mitrece de Ialorenzi, M. Apuntes de cátedra, Diploma en Educación Integral de la Sexualidad, Instituto para el matrimonio y la familia, Pontificia Universidad Católica Argentina (2017).