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🇪🇺 ELECCIONES EUROPA 🇪🇺 La izquierda llama 'fascistas' a partidos que son más democráticos que ella ⎪ CULTURIZAR MEDIOS

 

¿Qué es en realidad eso que muchos medios denominan 'extrema derecha'? 

Estos últimos días, muchos medios están repitiendo insistentemente un término que cada vez tiene menos eficacia: la "extrema derecha". 


Hoy en día los partidos fascistas y nazis son marginales. 

Leyendo a algunos políticos y medios izquierdistas, cualquiera tendría la sensación de que el fascismo y el nazismo han resurgido en Europa, a juzgar por la equiparación entre esos movimientos totalitarios y lo que hoy califican como "extrema derecha". 

Sin embargo, los partidos genuinamente fascistas o nazis son puramente marginales y no tienen representación en el Parlamento Europeo. Sí que la tienen partidos de extrema izquierda que reivindican abiertamente el comunismo y que incluso ensalzan a dictaduras de esa ideología totalitaria, pero la mayoría de los medios no parecen preocupados por eso, curiosamente. 


La vieja costumbre comunista de llamar 'fascista' al que disidente. 

Hay que decir que no es algo nuevo que la izquierda vea fascistas donde no los hay. Recordemos que el primer gran impulsor del concepto del "antifascismo" fue el brutal dictador Stalin, que no tuvo reparos en aliarse con la Alemania nazi para invadir conjuntamente un país católico, conservador y democrático como Polonia. 

Stalin utilizó el térmimo "social fascistas" para desprestigiar a los socialdemócratas, y al hacerlo ayudó a los nazis a desgastar la República de Weimar, contribuyendo así a la llegada de Hitler al poder. 


La izquierda llama 'fascista' a partidos más democráticos que ella. 

Hoy en día, la calificación de "extrema derecha" que la izquierda hace es tan falsa y cínica como esa forma que Stalin tenía de estigmatizar a sus rivales. De hecho, entre la extrema izquierda hay muchas más actitudes de odio, intolerancia, violencia e incluso de apoyo a dictaduras que entre los partidos políticos que ella señala como "extrema derecha". 

Basta con ver el caso de España: Vox lleva años sufriendo una ola de agresiones de extrema izquierda, que acusa a ese partido conservador de ser "extrema derecha" y "fascismo", pero la verdad es que los agredidos demuestran una actitud democrática de la que carece esa extrema izquierda, ya que no ha habido una ola de violencia en sentido contrario. Lo mismo ocurre en otros países.


De la caída del comunismo a la 'cultura de la cancelación'. 

Para saber qué es lo que algunos consideran "extrema derecha" hay que ir al otro lado del mapa político. Unos años después de la caída del comunismo en Europa, la extrema izquierda empezó un proceso de resurgimiento que le llevó a apropiarse de banderas como el feminismo, el ecologismo, el movimiento LGTB, etc., imponiéndoles una orientación cada vez más radical. 

El centro-izquierda, en primer lugar, y después gran parte del centro-derecha han acabado asumiendo los dogmas de esa izquierda radicalizada en cuestiones como el aborto, la ideología de género, el catastrofismo climático, etc.

Finalmente, la izquierda acabó conquistando una posición ideológica hegemónica en Occidente, especialmente gracias a su importante presencia en organizaciones internacionales como la ONU, en la que la China comunista ha ido ganando cada vez más peso político. Eso llevó a la izquierda a presentar sus ideas como un pensamiento único del que nadie puede discrepar, a riesgo de ser calificado como "racista", "xenófobo", "machista", "retrógrado" y "fascista".

Es así como llegamos a lo que hoy se conoce como la "cultura de la cancelación", un retroceso en la libertad de expresión que se está plasmando en nuevas formas de censura, especialmente en las redes sociales (con excepciones como Twitter desde la llegada de Elon Musk). Esa nueva censura se ha volcado contra esa parte de la derecha que no ha renunciado a sus principios conservadores, que se ha negado a pasar por el aro ideológico de la izquierda y que no se quiere someter a los dogmas de la izquierda. 

Además, hay otros sectores del mapa político que han acabado rebelándose contra ese pensamiento único, que ya no sólo intenta estrangular a la derecha, sino a todo aquel que se atreve a discrepar de cualquiera de los dogmas de la izquierda.


El auge de una derecha que no admite un pensamiento único. 

Así pues, Europa no vive un resurgimiento del fascismo, sino el auge de una derecha plenamente democrática que se ha hartado de tener que pedir perdón a la izquierda por discrepar, que se ha hartado de que el sentido común ceda a cada vez más disparates ideológicos promovidos por socialistas y comunistas, y que el centrismo político acepta sin rechistar para no ser señalado como "fascista". 

La democracia no está amenazada en Europa por ningún partido fascista, ya que -repito- los auténticos fascistas y nazis son marginales. Lo que amenaza la democracia en Europa es la creencia de que todos tenemos que asumir un pensamiento único que cierra en falso debates sociales como el aborto, la ideología de género, la inmigración masiva, el fanatismo ecologista, la disolución de la soberanía nacional y la imposición de una Unión Europea cuya diarrea legislativa y cuyo afán por controlar cada pequeño aspecto de nuestras vidas empieza a recordar peligrosamente a la desaparecida URSS. 


Una intolerancia que sólo consigue generar más desafección hacia la UE. 

Señalar como "fascistas" o como "extrema derecha" a millones de demócratas europeos simplemente porque discrepan de los dogmas de la izquierda, como si eso les convirtiese en seres despreciables, es una forma de exhibir una actitud intolerante y antidemocrática que parece olvidar que entre nuestras libertades fundamentales está la libertad ideológica y el pluralismo político.

Además, los problemas políticos, económicos, morales y sociales que llevan a esos millones de europeos a votar a la derecha conservadora no van a desaparecer por el mero hecho de que la izquierda y los centristas hayan decidido que ya no se puede discutir sobre ciertas cuestiones. Lo único que conseguirán de esa forma es generar cada vez más desafección hacia las instituciones europeas, de las que la izquierda y el centrismo llevan años apropiándose con su "gran coalición" como si la Unión Europea fuese su finca particular. 


*Fuente: Contando Estrelas. España. Junio 2024.

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