El llamado "wokismo" (una obsesión izquierdista con la identidad) viene destrozando películas y series desde hace años, al pretender usarlas como vehículo para promover una visión del mundo en la que ser hombre, blanco y heterosexual es como ser un apestado.
Nací en 1975, dos años antes del estreno de la primera película de la saga Star Wars, y mi infancia la tengo muy asociada a sus películas.
Las tres primeras entregas de la saga fueron las películas que más me aficionaron al género de la ciencia-ficción, junto con una película estrenada en 1979 y que siempre me ha fascinado: "El abismo negro" (1979), producida por Disney. No imaginaba entonces que este sello acabaría haciéndome desconfiar de cualquier película o serie de televisión.
El lunes se supo que Disney ha decidido cancelar "The Acolyte", su última serie sobre el universo de Star Wars, después de sólo una temporada. La serie despertó un interés inicial notable, pero ha ido disgustando cada vez más a muchos seguidores de Star Wars.
Los entusiastas de la serie sugieren que el fiasco se ha debido al "racismo", a la "homogobia" y al "odio", después de la aparición de brujas lesbianas en la serie y otras polémicas. La realidad es tozudamente distinta.
El llamado "wokismo" (una obsesión izquierdista con la identidad) viene destrozando películas y series desde hace años, al pretender usarlas como vehículo para promover una visión del mundo en la que ser hombre, blanco y heterosexual es como ser un apestado.
En "The Acolyte" el protagonismo lo tenían las mujeres, algo a lo que no tengo nada que objetar, si no fuese por el hecho de que eso se utiliza para vender un discurso ideológico izquierdista según el cual la mujer representa todo lo bueno y el hombre simboliza todo lo malo.
Obviamente, se pueden hacer productos ideológicos de gran calidad. Incluso movimientos totalitarios como el comunismo y el nazismo -dos ideologías que me parecen repulsivas- hicieron grandes joyas cinematográficas gracias al talento de cineastas como Sergei Eisenstein y Leni Riefenstahl.
Sin embargo, el "wokismo" pretende compensar la falta de talento a base de ideología, y al hacerlo fracasa. "The Acolyte" es un carísimo ejemplo de este fracaso: costó 180 millones de dólares. Una nueva fuente de pérdidas para la productora del ratón Mickey.
Por supuesto, si "The Acolyte" ha fracasado no es porque la gran mayoría de los fans de Star Wars sean conservadores. Estoy seguro de que no es así. De hecho, es probable que muchos de esos seguidores sean políticamente cercanos a la izquierda.
El problema es que un mal producto hecho para adoctrorinarte acaba disgustando incluso a los más afines, sobre todo cuando las ideas que pretendes promover tratan el mero hecho de ser hombre, blanco o heterosexual como un problema, ganándose la antipatía de muchos millones de personas, incluso de personas de izquierdas que empiezan a estar hartas de que ser demonizadas por su sexo, por el color de su piel o por su orientación.
Lo peor para Disney es cómo el "wokismo" está afectando gravemente a su imagen de marca. Hace años, esa productora era un sello de garantía para que pudieses ir al cine a ver una buena película con tus hijos y que todos salieseis contentos de la sala.
Hoy Disney inspira desconfianza en muchas familias, que no saben con qué nuevas ocurrencias ideológicas serán sorprendidos por cada nueva producción.
Por si no bastase con eso, el "wokismo" de Disney ha acabado destrozando también otras marcas adquiridas por esa compañía, como Marvel o Pixar, y por los mismos motivos, provocando que muchos seguidores de ambas marcas acabemos desconfiando de ellas.
Yo era muy fan de Pixar antes de que la comprase Disney. Sabía que ir a ver una película de Pixar me garantizaba un buen rato en el cine. Ahora ni me planteo ir a ver una película con este sello. Ni siquiera he querido ir a ver "Inside Out 2", diez años después de que la primera parte me gustase mucho, porque ya no quiero arriesgarme a pagar una entrada para salir disgustado del cine. Eso es lo que ha conseguido Disney.
La paradoja es que Walt Disney, que era conservador y anticomunista, nunca quiso meter la política en sus obras. Me pregunto qué diría al ver lo que ciertos activistas "woke" están haciendo con la marca que él llevó a lo más alto del mundo del entretenimiento.
*Fuente: Contando Estrelas. Agosto 2024.