Hoy en día, no son sólo los adolescentes los que tienen problemas de identidad. Los padres también. Se ha producido un cambio preocupante en la crianza de los hijos: las madres y los padres han perdido la confianza y han renunciado a su autoridad como líderes basados en valores de sus familias.
Creo que esta disminución de la autoridad parental está profundamente entrelazada con la crisis de salud mental que afecta tanto a los niños como a los adultos.
Un padre con un fuerte sentido de sí mismo proporciona a los hijos lo que necesitan (estructura, orientación y límites), a la vez que les ofrece amor, comprensión y atención. Los niños necesitan que sus padres sean padres. Sin embargo, la creciente tendencia a la fragilidad parental ha hecho que los padres sean más susceptibles a las presiones sociales que socavan su papel.
En el pasado, los padres eran respetados como pilares de sus familias y valorados en la sociedad, pero ese respeto ha sido reemplazado por sospecha, desconfianza e incluso desdén.
Como dijo brillantemente la Dra. Dana Suskind: “Los padres no solo contribuyen a la sociedad. La crean”. Sin embargo, la sociedad no proporciona a los padres el apoyo y el respeto que necesitan. Esto ha contribuido a fomentar una cultura que devalúa la belleza y la importancia de la crianza de los hijos.
En las escuelas, los padres suelen ser los últimos en enterarse cuando sus hijos tienen problemas de identidad, ya sea relacionados con el género , la sexualidad o la salud mental. La mayoría de los padres están preocupados por la presencia en línea de sus hijos , pero las redes sociales les permiten operar en espacios digitales sin que los padres puedan monitorear u orientar sus experiencias. Al permitir que la crianza de los hijos se divida de esta manera, la sociedad ha disminuido la confianza de los padres, lo que les dificulta actuar como figuras principales de autoridad en la vida de sus hijos. Como resultado, muchos padres ya no entienden cuál debería ser su papel ni cómo deberían comportarse.
Los padres que se ven privados de su autoridad se sienten impotentes, frágiles, ansiosos y cada vez más incómodos con la incomodidad y la ira de sus hijos. Su falta de confianza ha cambiado la dinámica de poder en la relación padre-hijo. Este alejamiento de un papel de liderazgo hacia una relación más permisiva y de igualdad es perjudicial para los niños. La relación padre-hijo es única y no se puede confundir con la amistad, el entrenamiento o la enseñanza. Los padres son los guías morales y basados en valores para sus hijos. Sin embargo, muchos padres han desarrollado el temor de hacer que sus hijos se sientan incómodos o enojados, confundiendo la empatía y la sensibilidad con pasividad y sumisión.
"Sí, los padres de hoy deben distinguirse de las generaciones pasadas que tal vez no hayan comprendido la importancia de escuchar y validar la perspectiva de un niño. Sin embargo, la compasión no significa volverse cómplice de todos los deseos de un niño".
La neurociencia confirma lo que la mayoría de los padres siempre han observado: los niños requieren la supervisión y la guía de un adulto hasta bien entrada la edad adulta.
El funcionamiento ejecutivo del cerebro (responsable del juicio, el control de los impulsos y la toma de decisiones) no está completamente desarrollado hasta mediados de los veinte años. Pueden ser todo acelerador y nada de frenos, pero los padres sirven como esos frenos, ayudando a los niños a manejar sus impulsos y prever las consecuencias de sus acciones. Son los lentes que ayudan a los niños a ver lo suficientemente lejos en el futuro para comprender el impacto de sus decisiones. Son el refugio moral que los niños necesitan para convertirse en adultos emocional y éticamente fundamentados.
Sin embargo, en el clima actual, los padres dudan en afirmar su autoridad, por temor al rechazo o la desaprobación de sus hijos. Decir "no" es difícil, pero es una parte esencial de la crianza. Los niños necesitan límites y necesitan padres que puedan soportar su frustración y decepción sin renunciar al control.
Aunque se habla mucho del estrés de la crianza de los hijos , la realidad es que siempre ha sido un desafío. Siempre ha requerido sacrificio, noches de insomnio y el delicado equilibrio entre las necesidades de los padres y las de sus hijos. La diferencia hoy es que muchos padres se sienten incapaces de manejar estas demandas.
Por supuesto, algunos padres tienen problemas con su salud mental: muchos son frágiles, ansiosos o han sufrido traumas que los han dejado emocionalmente sin preparación para liderar. En mi práctica, veo fragilidad multigeneracional: padres que fueron criados por cuidadores que lucharon con las responsabilidades de la crianza.
Estos padres, que ahora crían a sus propios hijos, son más vulnerables emocionalmente, menos resilientes y se ven abrumados más fácilmente por las pruebas de la paternidad. Cuando los padres pierden el rumbo, abdican de su papel de liderazgo, permitiendo que los hijos tomen las riendas.
Algunos padres intentan ser iguales a sus hijos: beben y fuman con ellos o ceden a las demandas de teléfonos inteligentes a una edad temprana por miedo al conflicto. Pero esto continúa un ciclo de niños que han perdido su camino porque sus padres han perdido el suyo.
Para revertir la crisis de salud mental infantil es necesario empezar por restablecer la autoridad de los padres.
Los padres deben recuperar su autoridad, no volviéndose autoritarios, sino proporcionando la estructura firme y amorosa que los niños necesitan para un desarrollo saludable, y la sociedad debe dejar de socavar su influencia. En cambio, debemos apoyar a los padres en su papel fundamental como principales cuidadores y guías morales de sus hijos.
Esto significa poner fin a la externalización de la crianza de los hijos a las escuelas, los terapeutas y los influencers de las redes sociales. Significa reconocer que, si bien la crianza de los hijos es un desafío, también es uno de los roles más significativos y necesarios en la sociedad. Solo así podremos criar una generación mentalmente fuerte, emocionalmente estable y preparada para enfrentar el mundo con confianza.
*Fuente: Institute For Family Studies. Por Erica Komisar, LCSW es psicoanalista y autora de Being There: Why Prioritizing Motherhood in the First Three Years Matters y Chicken Little The Sky Isn't Falling: Raising Resilient Adolescents in the New Age of Anxiety. Febrero 2025.