Podríamos quedarnos en el análisis de la serie “Adolescencia” como “algo que podría ocurrirle a otro”. Pero les recuerdo que, en la primera columna, la propuesta fue no mirarla como simples espectadores, sino permitir que sus escenas nos atraviesen, nos abran los ojos a la realidad que nos rodea, la que viven nuestros niños y adolescentes, y actuar.
Serie Adolescencia, 4º Parte. Por Yanina Cossime*
Siguiendo con el análisis de la serie y rescatando ejemplos valiosos, los invito a sumergirnos en una reflexión que nos impulse al cambio. Asumir el desafío de “no lamentarnos mañana por lo que hubiéramos podido hacer mejor hoy”, sino asumir el compromiso de que, “si estamos haciendo algo mal y podemos hacerlo mejor, lo haremos, y empezaremos hoy”.
El primer paso para mejorar es reconocer nuestros errores y desaciertos.
Nadie cambiará si no considera que debe hacerlo, si no ve el problema. Sin caer en la autocrítica destructiva, te invito a mirar a tus hijos, repasando los puntos que vimos anteriormente, y preguntarte: ¿lo estoy haciendo bien?, ¿cómo puedo mejorar esto?, ¿qué debo cambiar? No creas que reconocer errores frente a tus hijos y pedir perdón te muestra como un ser débil, todo lo contrario. Estarás brindándole un ejemplo de humildad, aprendizaje y autotransformación. Lo más importante, le mostrarás con acciones que lo amas tanto que estás dispuesto a cambiar (y todos sabemos que cambiar cuesta y duele).
Es fundamental también reconocer nuestras fortalezas y aciertos, tanto a nivel personal, familiar como en nuestra tarea como padres. Debemos descubrirlas para valorarlas, reforzarlas y transmitirlas a nuestros hijos. Si bien se puede aprender de los errores, también se aprende de los aciertos.
La familia, aunque atraviese dificultades y circunstancias dolorosas, puede y debería mantenerse unida y prevalecer. Las dificultades, problemas y crisis que vivimos pesan y duelen, así como también las consecuencias de las decisiones propias y ajenas, nos afectan a nivel personal y familiar.
La resiliencia es la capacidad para enfrentarse a los obstáculos, sobreponerse y salir fortalecidos.
Requiere actitud y la capacidad de reconocer las debilidades (para poder pedir ayuda) y las fortalezas (para ponerlas en práctica) de todos los miembros de la familia, entendiendo que somos un “equipo”. Aunque los padres tienen la mayor responsabilidad de liderar “el juego”, todos los miembros son importantes y se ayudan mutuamente.
Por otra parte, mantener la esperanza es fundamental. Ese deseo que nos impulsa a seguir de pie y esforzarnos por mejorar. Creer que, con denuedo, podemos cambiar lo que estamos haciendo mal, avanzar a pesar de los obstáculos y hacerlo juntos, porque así es mejor, porque nos queremos.
Es importante que los padres tengan claro esto: educan a sus hijos en la niñez, acompañan en la adolescencia y, aunque sus acciones pueden influir profundamente, no las determinan. Los hijos son dueños de sus decisiones y deben ser responsables de ellas. No podemos culparnos por sus errores ni atribuirnos sus éxitos. La tarea de los padres es brindarles las herramientas para que puedan tomar decisiones informadas, darles espacio para equivocarse y aprender, y ofrecerles un entorno de apoyo, amor y respeto.
Si estamos haciendo algo mal, y podemos hacerlo mejor, ¡hagámoslo! Y recuerda, lo mejor que podés hacer por tus hijos es simplemente amarlos y aceptarlos tal cual son, con todo el corazón, y expresarlo en palabras y gestos que se lo hagan saber.
* Yanina Cossime es esposa, madre, Lic. en Orientación Familiar, profesora, Operadora Socio Comunitaria, Diplomada en Prevención y Tratamiento de la Violencia, en políticas públicas para la primera infancia y la familia y en educación integral de la sexualidad.
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