En un reciente video, una joven relata el trauma físico extremo que experimentó después de que la píldora abortiva le provocara un shock séptico.
Shanyce explicó que era estudiante universitaria cuando se enteró de que estaba embarazada. Ante un embarazo no planificado, no sabía qué hacer. Buscó el apoyo de su novio en ese momento, pero él la presionó para que abortara.
Aunque tenía dudas, aceptó someterse al procedimiento y describió sus emociones en ese momento como ansiosa, perdida, confundida y asustada.
Después de tomar el primer fármaco del régimen de píldoras abortivas, mifepristona, en un centro de Planned Parenthood, Shanyce regresó a su casa y comenzó a sentir calambres tan fuertes que "sentía como si alguien me estuviera apuñalando en el estómago".
“Fue insoportable”, dijo.
Dos días después, el dolor no había remitido. Volvió al centro de abortos para un control de seguimiento, pero le dijeron que una ecografía había demostrado que el aborto había sido exitoso.
“Simplemente le restaron importancia y dijeron: ‘Estos son los síntomas. Estás bien’”, explicó Shanyce.
Después de que no mejorara y su madre notara que Shanyce seguía luciendo enferma, su padre la llevó a un hospital. Otra ecografía reveló que el aborto no se había completado y que había restos de su hijo dentro de ella.
A partir de ese momento, la salud de Shanyce se deterioró rápidamente. Tuvo que someterse a varias cirugías para extraer los restos fetales y luego sufrió un shock séptico.
“Me pusieron en coma inducido porque sabían que no me encontraba bien”, explicó. “Estuve a punto de morir”.
Después de una semana, la transfirieron a otro hospital mientras aún se encontraba en coma. Cuando finalmente despertó, se encontró conectada a múltiples tubos, recibiendo transfusiones de sangre y sin poder hablar durante al menos un día.
Los médicos le dijeron a Shanyce que la píldora abortiva le había provocado una infección detrás del útero, lo que provocó que necesitara una histerectomía parcial.
Durante su recuperación, tuvo que volver a aprender a realizar muchas tareas cotidianas, como caminar, cepillarse los dientes, escribir, masticar la comida y más. En total, estuvo hospitalizada casi dos meses.
Cuando finalmente regresó a casa, Shanyce dijo que cayó en una profunda depresión. Aunque al principio quería ocultar su experiencia del aborto, encontró la curación a través de la terapia y compartiendo su historia con otras personas.
“Antes pensaba que estaba bien, que era una pastilla rápida, que enseguida volverías a tu vida normal”, dijo. “Y ahora no se la recomiendo a nadie”.
*Fuente: Live Action. Por Bridget Sielicki.