Ciberacoso, contenidos tóxicos, pornografía, adicción a las pantallas: Francia debería inspirarse urgentemente en las mejores prácticas internacionales para proteger a sus niños de los efectos nocivos de Internet.
Dar vino a los niños era común en el siglo pasado. Asimismo, era frecuente ver a escolares muy pequeños yendo a comprar un "paquete de cigarrillos" al estanco de la calle... Hay innumerables prácticas, a veces recomendadas por la profesión médica de la época, que ahora están prohibidas para los jóvenes. De manera similar, una señalización adecuada ayuda a orientar a los padres hacia los programas de televisión, y las películas en los cines están categorizadas según grupos de edad.
Sin embargo, cuando se trata de redes sociales (y de Internet en el sentido más amplio), reina un "déjalo ser" absoluto: no pasa un día sin que una noticia destaque el papel protagonista de las redes sociales en casos de acoso, de juegos que ponen en peligro la vida de jóvenes o de los abusos sexuales más sórdidos.
¡No hay límite para todos los públicos, desde los 4 hasta los 77 años!
A finales de 2024, la Unión Europea condenó la "interferencia" de TikTok en las elecciones rumanas, que posteriormente fueron canceladas. El propio Elon Musk es acusado a menudo de interferir en tal o cual proceso político.
Francia, tan rápida en denunciar el peligro que estas redes representan para la democracia, no hace nada para proteger a su juventud.
Peor aún, este gran vacío permite a veces que fuerzas terroristas infundan su propaganda y sus imágenes en un público mal preparado para protegerse de ellas: numerosos estudios describen las estrategias de los Hermanos Musulmanes, de Daesh o de fuerzas radicales a menudo situadas en la extrema izquierda, para inundar a los jóvenes con sus tesis (entre las que el antisemitismo no es la menor).
El 67% de los alumnos de Primaria está conectado al menos a una red social y el 32% de ellos admite haber visto contenidos impactantes, violentos o inapropiados.
La ley sobre la "mayoría digital", aprobada en julio de 2023 y que prohíbe a los menores de 15 años registrarse en redes sociales, está siendo completamente ignorada: todos los menores de 15 años saben que basta con cambiar su año de nacimiento en el formulario... Esta actitud despreocupada conduce a una verdadera adicción que ocupa entre dos y tres horas al día, o incluso siete horas para los más adictos.
En su último estudio, el Instituto de los Franceses en el Extranjero detalla todas las medidas implementadas en los países que han tomado el control de la regulación de las redes sociales: se implementan principalmente tres grandes ámbitos.
Prevención y educación.
En Corea del Sur, una de las naciones más conectadas del mundo, el gobierno ha incorporado la higiene digital en los programas escolares para limitar los efectos negativos de las redes sociales. Desde la escuela primaria, los estudiantes aprenden a administrar su tiempo frente a la pantalla, comprenden los mecanismos de dependencia de las plataformas y adoptan un uso equilibrado de las herramientas digitales mientras aprenden a poner el contenido en perspectiva.
Supervisados por psicólogos y educadores especializados, los jóvenes aprenden a regular su tiempo frente a la pantalla y redescubren interacciones sociales fuera del entorno virtual.
España, por su parte, ha integrado módulos de educación digital directamente en su sistema escolar. En lugar de simplemente advertir sobre los peligros de las redes sociales, estos módulos tienen como objetivo proporcionar a los estudiantes una comprensión profunda de las estrategias utilizadas por las plataformas para captar su atención. Al explicar los algoritmos que influyen en su comportamiento en línea, estos programas permiten a los jóvenes identificar mejor las manipulaciones sutiles y dar un paso atrás en el consumo de contenido digital.
Para apoyar esta iniciativa, España también se ha centrado en la formación del profesorado, para darles las herramientas que necesitan para detectar señales de adicción a las redes sociales, así como señales de malestar entre su alumnado. Gracias a estas formaciones, los docentes pueden gestionar mejor los debates sobre el uso digital, orientar a los estudiantes con dificultades hacia soluciones adecuadas y establecer prácticas educativas que promuevan una relación más saludable con las pantallas. Este enfoque empodera no sólo a los estudiantes, sino también a los actores educativos que desempeñan un papel clave en la prevención.
Al mismo tiempo, España ha puesto en marcha importantes campañas de concienciación destinadas a informar tanto a los jóvenes como a sus padres sobre los riesgos asociados a la exposición excesiva a las pantallas y a contenidos peligrosos.
¡Hagamos que las plataformas asuman sus responsabilidades!
En Australia, el gobierno tomó una medida radical en 2024 al prohibir el acceso a las redes sociales a los niños menores de 16 años sin el consentimiento de sus padres.
Al retrasar su acceso a las plataformas digitales, Australia busca proteger a los adolescentes de los efectos negativos del tiempo excesivo frente a la pantalla, que incluyen una menor concentración, un impacto en el bienestar psicológico y un mayor riesgo de adicción.
Este reglamento también pretende limitar fenómenos preocupantes como el ciberacoso y el acceso a contenidos inapropiados. Al bloquear el registro de menores de 16 años, el gobierno está reduciendo su vulnerabilidad a las interacciones tóxicas y a los abusos de las redes sociales, particularmente en términos de explotación y manipulación en línea. A diferencia de otros países que permiten cierta flexibilidad a los padres, Australia ha optado por una prohibición estricta, creyendo que la supervisión de los padres por sí sola no es suficiente para prevenir eficazmente los peligros asociados con la hiperconectividad.
Otro hecho destacable: si bien la omnipotencia de las plataformas suele considerarse difícil de controlar, el gobierno australiano les exige que desarrollen por sí mismas la herramienta de control en el plazo de un año, con el riesgo de cerrar el acceso de forma permanente si esto no se hace satisfactoriamente.
En Estados Unidos, California ha adoptado un enfoque diferente pero igualmente estricto, regulando directamente las prácticas de las plataformas digitales a través de la Ley de Privacidad del Consumidor de California (CCPA). Esta legislación impone reglas específicas a las empresas tecnológicas para proteger a los usuarios jóvenes, incluida la limitación de las notificaciones intrusivas que fomentan la conexión compulsiva. De hecho, una de las estrategias de plataformas como Instagram, TikTok o Snapchat es enviar recordatorios y alertas frecuentes para animar a los usuarios a volver a la aplicación, creando así un bucle adictivo. Al restringir esta funcionalidad, la ley de California busca romper esta dinámica de dependencia.
La CCPA también apunta a los algoritmos de recomendación, que están diseñados para maximizar el tiempo pasado en las plataformas al ofrecer contenido altamente personalizado. Al exigir a las empresas que reduzcan el impacto de sus algoritmos en los menores, California está intentando limitar la participación excesiva y la sobreexposición a contenido viral potencialmente dañino. Esta normativa pone a los gigantes digitales frente a sus responsabilidades y les anima a diseñar interfaces menos adictivas para el público joven.
Estas políticas en Australia y California demuestran un claro deseo de limitar la influencia de las redes sociales en el comportamiento de los adolescentes imponiendo restricciones legales a las plataformas digitales. También reflejan un cambio de paradigma: más allá de concientizar a los jóvenes, los Estados ahora están tomando medidas coercitivas para regular directamente el ecosistema digital.
Liberar a los jóvenes más dependientes de las garras de las redes sociales.
Corea del Sur y España también destacan por sus innovadoras estrategias de retirada digital.
En Corea, donde la adicción a las pantallas es un problema de salud pública, el gobierno ha implementado medidas terapéuticas específicas, incluidas consultas gratuitas para jóvenes que experimentan angustia digital. Supervisados por psicólogos y especialistas digitales, estos jóvenes se benefician de un seguimiento personalizado y de terapias adaptadas para ayudarles a reducir progresivamente el uso de las redes sociales. Además de un esfuerzo educativo sobre los peligros de las redes, el país ha creado "centros de desintoxicación digital" para adolescentes que muestran síntomas de adicción. Estos lugares, a menudo situados en plena naturaleza, ofrecen un programa intensivo que combina actividades físicas, terapia de grupo y concienciación sobre los peligros de la hiperconexión. Al retirar temporalmente a los jóvenes de sus dispositivos digitales, estos centros les permiten reconstruir su autonomía, mejorar su concentración y restablecer una conexión más saludable con quienes los rodean.
España ha adoptado un enfoque similar al implementar un sistema de detección de trastornos emocionales vinculados al uso excesivo de las redes sociales. Este programa tiene como objetivo identificar signos tempranos de ansiedad, depresión y aislamiento social que pueden resultar del consumo excesivo de plataformas digitales. Gracias a la colaboración entre escuelas, servicios de salud y asociaciones especializadas, los adolescentes en riesgo son dirigidos rápidamente hacia estructuras de apoyo adecuadas.
Esta detección precoz permite tratar de inmediato los casos más preocupantes, antes de que la adicción a las pantallas se convierta en un problema irreversible. En este sentido, España ha desarrollado programas de apoyo psicológico integrados en los centros educativos, con sesiones de apoyo dirigidas por profesionales de la salud mental.
Regular el uso de las redes sociales: ¡sí, es posible!
En Florida, desde el 1 de enero de 2025, las redes sociales están prohibidas para los menores de 14 años; Entre 14 y 15 años se requiere consentimiento de los padres. El Reino Unido ha encargado recientemente estudios para preparar un sistema de protección de la juventud. Este problema subestimado en Francia necesita urgentemente ser puesto de nuevo sobre la mesa: el uso de las redes sociales por parte de los jóvenes es actualmente un tema sin importancia, pero cada vez es más denunciado por pedagogos, psiquiatras infantiles, profesores... ¡no ocurre nada!
Frente a unos padres a veces desbordados, ¡es hora de que el Estado reaccione! No faltan modelos extranjeros...
*Fuente: Causeur. Por Pierre-Jean Doriel.
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